La importancia de elegir un buen profesional instalador de parquets y tarimas

Parquet mal lijado y barnizado

Hoy por hoy, llevando la mitad de mi vida dedicado a este mundo de los pavimentos de madera y sus sucedáneos, he visto ( y oído) todo tipo de sucesos alrededor de mi gremio, que más de una vez me han hecho quedarme horrorizado y apenado, si bien, más de una vez, ha sido el cliente, el único responsable de una obra mal ejecutada, por guiarse sólo y exclusivamente por el precio y no por los méritos o calidades que pueda llegar a ofrecer un profesional o empresa.

Es muy frecuente y, cada vez lo podemos corroborar más en todas las facetas de nuestras vidas, que el consumidor español, mira en primer y a veces en único lugar, el precio de un bien o un servicio, sin pararse a pensar si lo que estamos comprando lo vale o, nos están dando «gato por liebre».

En la imagen superior, podemos ver el caso de un suelo de parquet pegado de madera de jatoba de una cliente que, aprovechando que se estaba metiendo en obras y, después de 20 años, decide acuchillar el suelo que estaba ya bastante deteriorado. Esta señora, se pone en contacto con nosotros y decide pedirnos presupuesto pero, previamente había pedido presupuesto al constructor el cual, dicho sea de paso, siempre ha tenido una tienda de cocinas pero, se había metido en el tema de reformas y, como no, le dijo que también le acuchillaba suelo.

El presupuesto de este señor era un par de euros más barato con lo que, la señora, viendo el ahorro, no pregunto ni cómo lo hacía, ni que calidades de barnices utilizaba, ni nada de nada así que, decidió aceptarlo y, señal de elegancia, nos llamó para comunicárnoslo.

Al cabo de un par de meses, nos llama las señora y, en la imagen se puede ver el resultado. Según nos contó, en vez de utilizar maquinaria adecuada para lijar suelos con aspiradores incorporados, el constructor utilizó a uno de sus albañiles con una máquina de lijar de mano (máquina de lijadora de bandas pequeña) sin aspirador ni saco para recoger el polvo por lo que, lleno todas las paredes recién pintadas de polvo, con el consiguiente enfado de la mujer, además de no retirar completamente el barniz antiguo (un gran error). Y por si fuera poco, discutió con ella por que decía que no existían barnices satinados así que, después de mucho discutir, al parecer hizo una mezcla extraña con varios barnices para conseguir el satinado y, el barniz quedó como se ve en la imagen.

En definitiva, la señora muy agobiada, nos volvió a llamar y, procedimos a acuchillárselo en condiciones y, aunque quedándose contenta, la mujer tuvo que gastarse el dinero dos veces.

Tendría mil anécdotas como ésta para contaros pero, por no hacerlo muy pesado, solo comentaré aquélla de un supuesto profesional que nos compró un suelo laminado, lo instaló y tras instalarlo vino a por la lechada (aquello que se vierte entre las losas de cerámica para tapar las juntas) para tapar las grietas entre piezas… Sólo deciros, para el que no lo sepa, que en un suelo laminado de tipo clic, nunca quedan grietas para ser rellenadas…

 

¿QUÉ PODEMOS SACAR EN CONCLUSIÓN?
 
Pues que, aparte del precio, también debemos fijarnos en aspectos como:

  • Referencias entre conocidos, Internet, prensa… de la empresa o profesional que vamos a contratar.
  • Experiencia demostrable.
  • Qué tipo de maquinaria emplea.
  • Cómo lo hace.
  • Calidades de los materiales qué emplea. Si existen varias calidades, debemos solicitarle la diferencia entre unas y otras.
  • Muy importante es que sea un profesional dado de alta ya que si no, ante un problema, no podremos reclamar.
  • Garantía que nos ofrece por la instalación que nos va a realizar.
  • Si es serio, formal y puntual a la hora de elaborarnos el presupuesto. Si no es así de primeras, imaginémonos el resto.

Una vez que tengamos todos estos datos,  además del presupuesto, ya estamos en condiciones de comparar y ver, si realmente merece la pena el más barato o no porque, el suelo de nuestra vivienda no deja de ser un bien que vamos a utilizar continuamente y, que debe estar destinado a durar en condiciones de uso bastantes años (10 ó 15 al menos) y, no es plan que al par de años, como a veces ha ocurrido, haya que quitarlo y sustituirlo.
Cómo dice el refrán: A veces lo barato sale caro.

 

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