El Fin del Parquetista

 
Sereno español. Fuente: Wikipedia
El oficio de sereno se instauró en España en el siglo XVIII. Era el encargado de encender las farolas al caer la noche, patrullar las calles y poseía las llaves de los portales, para quién necesitara de ellas. Llegaban a anunciar la hora, anticipaban el cambio de tiempo e incluso iban acompañados del famoso «pito del sereno» que le servía para dar la «señal de alarma» cuando algo no iba bien. Era un personaje entrañable en muchos casos e imprescindible en la vida de los ciudadanos hasta bien entrado el siglo XX.
Sin embargo, este oficio aparentemente «imprescindible» se perdió con la llegada de los porteros automáticos y paso a ser parte de nuestra historia.
 

¿Qué significa Parquetista?

 
 
Parquetista es el sustantivo que resulta de unir la palabra «parquet» con el sufijo «~ista» cuyo fin, tal como nos indica la Real Academia Española de la Lengua, es designar a una persona que tiene una determinada ocupación, profesión u oficio.

 
Por otro lado, según la norma europea UNE-EN 13756 «Suelos de madera. Terminología», con parquet nos referimos a aquel revestimiento de madera cuya capa superior sea como mínimo de grosor 2,5mm antes de su colocación.

 
Entonces, ¿quién podría ser un Parquetista? Aquella persona que desempeña un oficio donde se trabaja con suelos de parquet, ya sea colocando, restaurando o reparando pavimentos de madera.

 
¿Podría ser Parquetista un carpintero, albañil o pintor? En mi opinión, podría serlo cualquiera que trabaje con parquet que, como ya podemos suponer, no es un suelo laminado ni un suelo vinílico.

 
¿Quién debería ser Parquetista? Pienso que aquéllos que realmente respetan el gremio, trabajan por él, procuran mejorar continuamente, y no se dedican a decir que la «madera es delicada» de forma deliberada. Debería ser gente especialista, instruida en el oficio y cuya formación no sea «sobre la marcha», aunque así se haya aprendido hasta ahora.

 
Debería existir una escuela u organismo de parquetistas totalmente neutral, donde no tengan cabida los fabricantes, los distribuidores o todo aquél que realmente no se dedique a colocar o restaurar pavimentos de madera. De la misma forma, debería de existir una formación profesional específica al igual que existe en otros países como Alemania y en otros oficios como el de electricista o fontanero, por ejemplo.

 
Solo de esta forma, se podría instaurar un carnet oficial de parquetista verdaderamente útil y no sería un documento que se dan sin ningún tipo de regulación, en función del grado de simpatía y/o interés que tenga con el sujeto (o su jefe).

 
Si todo esto fuera posible algún día (en eso trabajaremos), nos aseguraremos que en nuestra casa se habrá instalado un producto conforme a la ley, no tóxico, sostenible y garantizado. Si no se realiza por un «instalador autorizado», no será una instalación válida.

 
Sin embargo, la realidad actual es muy distinta. La hipocresía, el amiguismo, la falta de uniformidad de criterios capitaneados por un organismo regulador fuerte y verdaderamente neutral, el intrusismo, la picaresca y la envidia, están haciendo que nuestro gremio no exista para nadie, que nos pisoteen, nos maltraten, tiren los precios y que cada vez se coloquen más materiales sintéticos (que también los hay buenos) con el argumento de que «el parquet es delicado«. Con esto no quiero decir que sólo haya que colocar madera; no me malinterpreten. Hay que informar al cliente de todas las opciones y, dependiendo de sus necesidades, que éste elija.

 
Nuestro enemigo no es el parado manitas o el «cuñao» que se lo coloca al amigo, el carpintero que dice saber colocar «tarima flotante», la tienda de azulejos que vende «parquet cerámico», la «fantástica urea» o el «inofensivo poliuretano al disolvente». Nuestros verdaderos enemigos somos nosotros mismos, nuestra desunión, falta de amplitud de miras y nuestro recelo con la competencia. Debemos estar todos en el mismo tren o acabaremos siendo el «pito del sereno«.
 
 

Ojalá seamos capaces de hacer que nuestro oficio no muera. Por la parte que nos toca, en la Asociación de Profesionales del Parquet pondremos lo mejor de nosotros para hacer al parquetista fuerte.