El precio justo de un suelo de parquet, tarima o laminado


Con el devenir de los tiempos, han sido muchos y numerosas las teorías que han tratado de determinar el precio adecuado de los bienes y servicios, así como un método fiable para la formación de dichos precios de la forma más exacta y justa posible.

El primero fue Aristóteles que decía que el valor de algo viene determinado por lo útil y necesario que sea; a más necesidad y utilidad, más valor tendrá.

En el sigo XIII, el teólogo y filósofo católico Tomás de Aquino,  influido por su visión teológica del mundo, nos añadió a la explicación sobre el precio de las cosas una vertiente moral. Si el vendedor no cuenta con el aliciente de obtener beneficio, dejaría de vender y habría desabastecimiento. El beneficio debería ser justo y suficiente pero nunca desmedido, ya que entonces incurriría en pecado.

Según Saravia de la Calle (siglo XVI), el precio debería formarse siguiendo dos criterios: abundancia y calidad.

Ya en el siglo XIX, Alfred Marshall manifestó que en la configuración de los precios incurren la combinación de dos factores: la oferta y la demanda. Si un vendedor pone un precio, el cual es tan elevado que los compradores no están dispuestos a pagarlo, el precio bajará.

Otros autores de la Historia, añadieron que a la hora de formar un precio, deben tenerse en cuenta los costes de fabricación y el grado de satisfacción del consumidor a la hora de adquirir el producto, lo cual influye en  la demanda y por ello, en el precio final de dicho bien o servicio.

¿Cómo saber si el precio de un suelo es adecuado y justo?

Desde mi punto de vista, evaluar el precio de compra de un suelo de parquet, tarima, laminado o vinílico, es un asunto un poco diferente pues estamos hablando de un producto que no es de primera necesidad, siendo su utilidad más ligada al confort, a la calidez y a la estética, que algo sin lo que no podríamos vivir. Por esto, el enfoque de Aristóteles no nos serviría gran cosa.

No obstante, hoy en día tampoco estamos hablando de un producto de lujo (salvo algunos modelos un tanto «exóticos»), siendo relativamente accesible para una economía media. Incluso hay muchos millones de hogares en nuestro país que disfrutan de suelos de madera, en los que solo sería necesario una operación de acuchillado (pulir, lijar), para disfrutar de un pavimento nuevo a un precio razonable.

Sin ser una ciencia exacta, a continuación enumeramos los aspectos que se deberían tener en cuenta para saber, desde el punto de vista del comprador, si un precio es adecuado:

  1. Antes de nada, siempre es recomendable tener varios precios a mano. Es muy útil contar con al menos tres presupuestos de la competencia.
  2. Calidad de los productos ofertados. Especies, calidades y marcas, es algo a evaluar para saber el por qué del precio. Suelos de madera con acabados laboriosos y/o de calidad, suelos laminados prestigiosos, barnices de alto tránsito o trabajos con mucha mano de obra (como por ejemplo, escaleras o tintados), determinan en gran medida el precio.
  3. Procedencia de los productos. No es lo mismo contar con productos fabricados con estrictos estándares de la Unión Europea que con productos asiáticos.
  4. Reputación y referencias. Evidentemente, no es lo mismo contar con una empresa de la que sepamos que se trabaja bien y nos ofrece garantías, a un «pirata» que no esté dado de alta.
  5. Formación de los empleados. La primera toma de contacto con la persona que nos va a ofrecer el bien o el servicio, es muy importante. El nivel de conocimientos y el no dudar ante una pregunta del cliente es algo muy a tener en cuenta. Esta persona es el escaparate de su empresa.
  6. Garantía. Es algo crucial que nos expliquen la garantía del producto y de la mano de obra, pues eso determinará el grado de satisfacción y lo que podríamos estar dispuestos a pagar.
  7. No confundir caro con «no me lo puedo permitir». Es algo reiterativo y que nos pasa a todos a la hora de preguntar por algo sobre lo que no tenemos experiencia previa. Preguntamos precio y exclamamos -¡qué caro!-. Realmente no hemos buscado referencia previa en competidores y realmente no estamos dispuestos a desembolsar ese precio porque no nos lo podemos permitir…
  8. Recelar de los precios ofertados en internet. Lo que no quiero decir que no sean válidos y no se deban consultar. El hecho de que hagas una búsqueda y encuentres una tienda online o web con los precios de los productos y/o servicios , no significa que sean los mejores (que podrían serlo también) si no que son los que más pagan por aparecer ahí. Hay que mirar los precios con lupa y preguntarlo todo porque normalmente (no siempre), precios muy bajos van acompañados con engaños y malas calidades.
  9. Mirar con lupa los precios excesivamente altos o muy bajos. Preguntar muy mucho el por qué de esos precios.

Insisto en que es muy importante comparar y sondear previamente entre varias empresas de la competencia porque solo así sabremos si el precio a pagar corresponde con su valor real. Como dice el refrán: «Todo necio confunde valor y precio«.